PRESIDENTE DR. DON RAUL RICARDO ALFONSIN...por siempre!!!

EN ESTE MOMENTO QUIERO ESCRIBIR...PERO SIENTO UN NUDO EN LA GARGANTA...Y LAS LAGRIMAS BROTAN UNA ATRAS DE OTRA Y ME PREGUNTO QUE PONER???... SI PUEDO ESCRIBIR MUCHAS COSAS... PERO QUE MAS DE LO QUE YA SE A DICHO...
SOLO TRATAR DE EXPRESAR UN SENTIMIENTO Y TENGO UN RECUERDO...
RECUERDO CUANDO ME TENDISTE TU MANO Y YO LA TOME, UNA MANO FIRME...
Y AL VER TU MIRADA TRANSPARENTE QUE TRANSMITIA PAZ...ERA LO QUE MI ALMA NECESITABA...
TU VOZ ME DABA LAS FUERZAS PARA SALIR DEL DOLOR...
Y ME DEJE GUIAR...
ME ENSEÑASTE LOS VALORES ETICOS ESENCIALES DE LA VIDA...
MIS DERECHOS Y CON ELLOS LA LIBERTAD!!!
DE TUS LABIOS ESCUCHE CON VOZ FIRME Y CON SENTIDO ALGO QUE HABIA APRENDIDO DE MEMORIA Y NO ENTENDIA...
"constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino"
FUISTE PARA MI UN PADRE QUE ME ENSEÑO EL CAMINO...Y AL CAMINAR ESTE...ENCONTRE QUE ERAS LA LUZ...
Y CON LOS AÑOS ESE SENTIMIENTO SE FUE AGIGANTANDO CON TU FIGURA...
HOY YA NO ESTAS...Y SIENTO QUE SE NOS FUE EL "FARO DE LA DEMOCRACIA" PERO QUEDO TU LUZ PARA SIEMPRE ENCENDIDA...

UN TEXTO QUE NO DEBEMOS OLVIDAR JAMAS:
"Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino; invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución para la Nación Argentina."


GRACIAS...RAUL RICARDO ALFONSIN!!!

GRACIAS...UNION CIVICA RADICAL!!!

SOMBRAS (poema) de Leandro N. Alem

Fantasmas que giráis sobre mi frente,

negras visiones que agitáis mi alma,
¿qué queréis? y ¿quién os manda del abismo

para llenar de sombras mi morada y
¿ Sois, acaso, funestos mensajeros
que a presagiar venís nueva desgracia? y
¿ no queréis que en la vida me ilumine,

ni el débil resplandor de una esperanza ?
¡Mirad ! ¿No véis la tenebrosa lucha

en que mi noble corazón desangra

y pues bebiendo por horas el acíbar
ni un quejido he lanzado.. .y ni una lágrima !
¡Ah ! si venís con el siniestro intento
de que incline mi frente en la batalla,

¡volved sombras impías al abismo
porque es muy grande la virtud de mi alma !

Desde el primer instante en que mis pasos

al tumulto social se aproximaban,

sentí sobre mi frente candorosa el hálito fatal de la desgracia.
Y al buscar del hermano la sonrisa,
desdeñoso y cruel me dió la espalda,
y huérfano y errante entre el tumulto
las sombras de las tumbas me rodeaban.

Pero ¡Adelante! -dije - que en la lucha,
se retemplan mejor las grandes almas,
cuando inspiradas por la voz de Cristo
al porvenir dirigen sus miradas.

Fantasmas que venís en torno mío
para eclipsar la luz de la esperanza,
¡volved a sepultaros al abismo:
¡Yo no inclino mi frente en la batalla!

LEANDRO N. ALEM



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lidiazeballos@gmail.com


1 ago 2008

Psicología del Tirano.

Al leer este articulo y al no estar ilustrada busque una foto que hablara por si misma de la locura a la que nos enfrentamos.



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Por Marcos Aguinis.

Abordé este asunto en el programa Hora clave y recibí tantos pedidos para que lo escribiera, que cedo al reclamo. No dije nada original, porque ya lo había desarrollado en uno de mis libros. En él me baso de nuevo ahora.
Sostuve que existe un "romance secreto" con los tiranos, a quienes se llama, según las épocas, caudillos, dictadores,"mano dura", personalidad carismática o jefe autoritario. Por ejemplo, los caudillos, dueños de vidas y haciendas, eran adorados por su valentía, su crueldad, su viveza, su obstinación y hasta su generosidad caprichosa. Gobernaban como un rey, pero no como cualquier rey, sino como un tirano, según el clásico modelo que nos viene de la antigua Grecia.
Ricardo Moscone, mientras realizaba una prolija investigación para componer su exhaustiva biografía sobre Sócrates, revisó las frecuentes condenas a la tiranía que realizaban los autores de aquel tiempo. Advirtió que Sófocles quizás haya intitulado su tragedia inmortal con el nombre Edipo, a secas. Dijo que tal vez haya preferido Edipo tirano . No Edipo rey , porque la palabra "rey" sólo es pronunciada una vez, hacia el final. La palabra "tirano" es repetida siete veces.
Freud se inspiró en esa tragedia para identificar el conflicto nuclear de la neurosis, debido al incesto que Edipo comete con su madre y por haber asesinado a su padre. En la Europa victoriana, cuando el psicoanálisis realizaba sus primeros avances, era decisivo poner el acento en estos puntos. Pero quedaban en la sombra otros, de gran riqueza. El complejo de Edipo, centrado en esos dos aspectos, adquirió un enorme desarrollo teórico; no así, en cambio, otro elemento básico: la tiranía, que esa obra expone de un modo magistral.
El desarrollo del argumento se adelanta a la técnica de las novelas policiales, porque desde el comienzo presenta un enigma por resolver: la causa de la peste que asolaba a Tebas. La peste no eran ratas o piojos o culebras venenosas. La peste innominada, en realidad, eran la tiranía y sus manejos. Edipo es un tirano que reúne en su personalidad y conducta todas las lacras. Desconoce la jerarquía y dignidad del prójimo debido a su narcisismo. Tiene tanto odio que enajena antiguos vínculos y hasta lazos de sangre. No ama ni le alcanza lo mucho que ya tiene. Lo asaltan accesos de furia. Grita fuerte e insulta, grosero. Su cabeza está nublada por una incesante paranoia, que no le da reposo. Es incapaz de escuchar los buenos consejos cuando se oponen a sus deseos o puntos de vista y considera enemigos detestables a quienes los formulan. No soporta ninguna derrota. No admite errores. Su superyó es destructivo, por lo cual es impotente para comprender al otro que, si no se doblega, lo acusa de enemigo. Le hierve el anhelo de venganza contra quienes considera un obstáculo para sus ambiciones, aunque antes lo hayan servido como súbditos obedientes.
La obra también revela que una tiranía puede instalarse por decisión popular. Edipo es elegido por los ciudadanos de Tebas. En este aspecto, no podemos sino redoblar nuestra admiración por Sófocles, que hace 2500 años nos advertía que los tiranos pueden acceder al poder con aplausos y felicidad comunitaria. Hitler fue elegido. Chávez fue elegido. Eso no garantiza que una vez en el trono, mantengan la ley y merezcan ser alabados como demócratas. No alcanza la elección: es determinante cómo se procede después. Si después corrompen las instituciones, persiguen a los que piensan diferente, generan confrontaciones para justificar los desquites y realizan una apropiación indebida del patrimonio ajeno, la presunta democracia pasa a ser una tiranía.
El retumbante coro de la tragedia Edipo tirano exige conservar las leyes. Porque son las leyes lo primero que profana el tirano, esa singular peste de la sociedad. Después el coro señala que la intemperancia engendra a los tiranos y que, si llegan muy arriba, se despeñan, con dolorosas consecuencias para todos.
En Grecia, el vocablo tyrannos se aplicaba a dioses y hombres. Se refería al poder absoluto y arbitrario que no respetaba la ley, cuyas normas debían flotar por encima de ellos mismos. Es un tyrannos quien adopta medidas despóticas que incluyen la fuerza: castiga, destituye, descalifica, persigue, destierra y hasta mata. El tyrannos es violento. Es rencoroso. Prefiere permanecer ensimismado, encerrado, sólo accesible a los aduladores, para sostener su mundo ilusorio, autista. Ignora la piedad y el perdón, que considera signos de peligrosa debilidad o derrota. Jamás se pone en el lugar del prójimo, al que, en general, desprecia cuando no le sirve. Considera que merece que todo le pertenezca. Por eso se dedica a confiscar los bienes ajenos. Y no lo frena el pudor al mentir, en especial cuando asegura que ayuda a los pobres y débiles. Pero los pobres siguen siendo pobres, para constituir su ejército ciego, ignorante, que lo apoya para continuar atornillado en el poder. Dice que gobierna para todos, pero es mentira, porque margina sin clemencia a quienes no bajan la cabeza ante él ni doblan la rodilla. Le fallan las percepciones debido a la omnipotencia de su mente inmadura. Su soberbia requiere una reiterada convalidación por parte de los aduladores, que deben servirle halagos como si fuesen el pan de cada día. Es un negador tenaz de la realidad, a la que le impide que llegue a su retina. Por eso, Edipo termina arrancándose los ojos: ojos que se negaron a ver.
Es notable que, cuando ya había perdido su cetro y, pese a semejante debacle quería seguir mandando, su sucesor, el tirano Creonte, le reprochó: "No quieras mandar en todo, Edipo, cuando incluso aquello en que triunfaste no te ha dado provecho en la vida".
Según Plutarco, uno de los famosos sabios de Grecia, llamado Bías de Priene, cuando fue interrogado sobre los animales salvajes, contestó de esta forma: "De los animales salvajes, el más feroz es el tirano, y de los animales domésticos, el más peligroso es el adulador". Podemos agregar que ambos se complementan y nutren bebiéndose la misma sangre.
En la Argentina hemos disfrutado puestas escénicas inolvidables de la tragedia de Sófocles. El psicoanálisis ha cepillado hasta la raíz, ida y vuelta, el complejo de Edipo. No obstante, el tirano que los griegos clásicos nos aconsejaban mantener lejos, como un mal endémico, sigue vigente en el querer secreto de la sociedad. Por eso los elegimos, por eso no les ponemos límites o incluso negamos que tengan rasgos ominosos. No denunciamos con fuerza sus defectos, sus vicios y abusos, sino que tendemos a racionalizarlos, a menudo por miedo o intereses egoístas. Franjas importantes -por motivos espurios, a veces; por obnubilación emotiva, otras- tienden a seguir confiando en que cumplirán sus promesas de brindarnos un país mejor y superarán el retroceso que padecemos en casi todos los órdenes. Dicen que son ellos quienes combatirán el dragón que nos chupa la riqueza, nos hace trampas, nos devasta. Sus promesas son altisonantes y aseguran reivindicaciones, ecuanimidad, progreso; aseguran ser lo mejor de la historia. Pero el progreso se reduce a engordar sus propios bolsillos y los del círculo de amigos incondicionales (que tienen la etiqueta de ese animal doméstico y dañino llamado adulador).
Los tiranos, una vez encaramados, sobre el paño verde de la ruleta nacional, barren como un crupier todas las fichas al alcance de su rastrillo. Se ocupan, desde el alba de su gestión, en destruir los controles y los frenos que puedan bloquear sus propósitos. Algunos son más prudentes y disimulados; otros se envalentonan hasta la náusea. No consideran que la corrupción sea inmoral si lleva agua a su molino.
La corrupción, en sus manos, es una herramienta adicional para mantener puesta una soga en el cuello de los cómplices: así no hablan ni se sublevan. El tirano puede ser todo lo maligno que se quiera, pero no es tonto.
Sus efectos deletéreos no se limitan a la gestión, sino a la degenerada ejemplaridad que inyectan en sus familiares, seguidores y el resto de los habitantes. Eduardo Fidanza me recordó un pasaje del libro Masa y poder , de Elías Canetti, donde titila este caso impresionante: "Cuando en la corte de Uganda reía el rey, reían todos; cuando estornudaba, estornudaban todos; cuando tenía un enfriamiento, todos aseguraban tenerlo; si se cortaba el pelo, todos se hacían cortar el pelo". Pero esa ejemplaridad producía consecuencias graves, porque implicaba coacción: "Que él estornude significa: ¡estornudad! Que se caiga del caballo: ¡caed!" Todo apuntaba a reforzar su dominio. Sus gestos y expresiones debían ser celebrados con aplausos y también se debía alentar su repetición. "Pocos logran sustraerse de la obligación que emana de mil manos aplaudiendo", enfatiza Canetti.
El premio Nobel va más lejos aún, cuando indica que el ámbito donde sucede lo que ha descrito se llama corte. Por eso "hacer la corte" y "adular" son sinónimos. La corte está infectada de subordinación y servilismo. "Cortesano" es una persona obsequiosa con su superior, un vasallo. ¡Cómo abundan!
Y aquí cierro el artículo. Cualquier semejanza con nuestra realidad nacional no es pura coincidencia, sino que queda a criterio del lector.

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fuente: ucr capital

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